En el contexto global actual, donde los países enfrentan desafíos económicos y sociales sin precedentes, la salud mental se posiciona como un factor clave para el desarrollo sostenible. Alberto Alegre, coordinador de la carrera de Psicología en Continental University of Florida, destaca la importancia de invertir en salud mental, no solo para mejorar la calidad de vida de las personas, sino también como una estrategia esencial para el crecimiento económico y social de los países.
Según Alegre, la relación entre la salud mental y el desarrollo económico es clara: «Cuando las personas gozan de una buena salud mental, su capacidad para trabajar, aprender y participar en la vida cívica y social aumenta considerablemente. Esto no solo se traduce en una mayor productividad laboral, sino también en comunidades más cohesionadas y resilientes, que son la base del desarrollo sostenible».
Los trastornos mentales como la depresión, la ansiedad y el estrés crónico afectan a millones de personas en todo el mundo, y generan pérdidas económicas considerables para los países. Se estima que estos trastornos son responsables de una disminución de la productividad laboral, un aumento del absentismo y costes elevados para los sistemas de salud. “Las empresas y los gobiernos deben reconocer que una inversión en salud mental es una inversión en el capital humano de sus países”, señaló Alegre.
En países donde no se prioriza la salud mental, los costes económicos incluyen no solo la pérdida de productividad, sino también el incremento en los gastos médicos y una disminución en la calidad de vida de los ciudadanos. «El desarrollo económico sostenible depende de la salud física y mental de la población. Sin un enfoque integral en el bienestar, será difícil que los países alcancen su verdadero potencial», indicó Alegre.
El desarrollo social también está estrechamente vinculado con el bienestar mental de los individuos. Las personas con una buena salud mental son más propensas a mantener relaciones interpersonales saludables, participar activamente en sus comunidades y contribuir al fortalecimiento del tejido social. «La salud mental influye en la cohesión social, ya que fomenta la empatía, la inclusión y la reducción del estigma hacia quienes enfrentan trastornos mentales», explicó el vocero de Continental University of Florida.
Alegre sostiene que es necesario implementar políticas públicas que promuevan el acceso universal a servicios de salud mental, especialmente en áreas rurales o marginadas. «La integración de la salud mental en la atención primaria y la creación de programas educativos para reducir el estigma son pasos fundamentales para promover el bienestar mental en todo el país», señaló.
Además, hizo hincapié en la importancia de las empresas como actores clave en la promoción de la salud mental. «Las empresas pueden contribuir creando entornos laborales saludables, ofreciendo apoyo psicológico y fomentando el equilibrio entre el trabajo y la vida personal. Estas acciones no solo benefician a los empleados, sino que también mejoran el rendimiento empresarial».